Mi intención es comentar una entrada del Profesor Argandoña¹ en su blog «Economía, Ética y RSE» de la IESE Business School³ y titulada «¿Se puede ser un sádico en economía?»². La idea es poner en evidencia que en la propia entrada ya existe ideología (la de los TINA’s o marketlovers) y por tanto, se contradice en ella misma, pues pretende demostrar que la economía es lo que es y «there is not alternative» (TINA).
En su entrada, el Profesor, pretende demostrarnos a través de una historieta que le contó un amigo, de qué forma tan sencilla se suelen tomar medidas económicas ineficientes, y que estas, al final, acaban teniendo un efecto bastante más negativo que el supuesto efecto beneficioso. El problema, según el autor, radica en el acceso a puestos de gobierno de personas con gran «ignorancia económica». Y acaba con una frase muy típica en esta postura económica: «las buenas intenciones no bastan«.
La historieta en cuestión habla de una clase de economía de final de curso en la que un «prestigioso profesor visitante» lanza una cuestión a sus alumnos:
«¿Qué medidas económicas, puramente económicas, se les ocurrirían si recibiesen de su gobierno el encargo de DESTRUIR su economía?»
La respuesta no es sencilla pues, al menos en mi caso, resulta complicado pensar en una economía aíslada de los demás subsistemas que conforman el sistema social. Aunque si nos ambientamos en un curso de economía, quizás no sea tan complicado. Los que hemos pasado por ello solemos olvidar la interrelación existente de esta ciencia social con otras gracias a las Matemáticas Avanzadas que nos meten en la cabeza. Bien, los alumnos enumeran unas medidas «control de precios y tipos de interés, salarios mínimos elevados, prohibiciones de despidos, …».
El profesor visitante preguntó a sus alumnos que cuáles de esas medidas se estaban aplicando en países que ellos conocían y el resultado fue del 80% de las medidas propuestas. Según el autor de la entrada se añade, y aquí empieza el sesgo ideológico, «(…) y no hace falta visitar Corea del Norte o Venezuela para conocerlas de primera mano». En primer lugar, Venezuela ¿se parece más a Corea del Norte o a Francia? Y Francia, ¿es más parecida a Corea del Norte o a EE.UU.? Relacionar estos dos países parece tener una intención, no exclusivamente económica, y es introducir el fantasma de la izquierda ignorante y mentirosa. En segundo lugar, si el ejemplo de la historieta era «exclusivamente económico» ¿por qué introduce aspectos políticos en su reflexión? Ya he comentado que es difícil aislar la economía del resto de subsistemas sociales, por lo que creo que no haré ninguna barbaridad si no lo aislo herméticcamente.
La relación de medidas se la renombra como «medidas de destrucción masiva» supongo que pretendiendo mostrar el pernicioso efecto de las mismas sobre el conjunto de la Economía. Siento discrepar en el calificativo empleado por el autor, pues estas medidas pueden tener efectos negativos, aunque no necesariamente. Lo abordaré con algún ejemplo.
- La regulación de precios: Significa que los precios no fluctúan según las leyes de mercado, es decir, según su oferta y demanda. Imagínense el caso de un medicamento cuya demanda se dispara, por ejemplo, debido a una epidemia (caso de la gripe). En este caso el precio subiría de precio, dejando a muchas personas fuera del mercado, y por tanto sin acceso a la medicación. Por tanto, en este ejemplo, parece normal que el precio se establezca con un límite máximo, o bien, con un valor determinado. En otros casos, podemos fijar precios mínimos. En particular podemos verlo en agricultura, cuando para evitar las quiebras de los agricultores se establecen precios por cantidades por debajo de los cuales no se podría intercambiar. Claro que se acostumbra a argumentar que en ese caso estamos manteniendo estructuras ineficientes y que cuestan dinero al Estado, pero también es verdad que no mantenerlas también supondrían un coste económico. En el caso de los precios mínimos agrarios en Europa tenemos la Política Agraria Común (PAC) que supone un levado porcentaje del gasto de la UE y suele ser blanco de encendidas críticas por parte de los liberales económicos. La más utilizada es la de que por culpa de la PAC no permitimos a los países en vías de desarrollo, o subdesarrollados, avanzar hacia la industralización y por tanto hacia mayores niveles de desarrollo. El argumento es que estamos financiando productos con dinero público, procedente de impuestos, y los productos que vienen de otros países no pueden competir. Con todo, parecen olvidar los marketlovers que en el precio de esos productos de otros países no se incluyen ciertos costes externos como la contaminación que se produce al traerlos, el no respeto de derechos laborales, etc. y que por tanto, los agricultores europeos pueden tener derecho a esta subvención.
- Prohibición de despidos: Se asegura el trabajo a ciertas personas (asalariados) que a causa de ello ven disminuidos sus incentivos a rendir al máximo, según ciertas teorías. Ejemplos, los funcionarios. La imagen del funcionario en su ventanilla bajando la cortinilla porque es la hora de almuerzo, que holgazanes son por tener trabajo de por vida. Bien, o es ignorancia supina o malaleche concentrada. Casos en los que los funcionarios no trabajan como deben existen, por supuesto. ¿Podemos considerar este caso como algo general? Personalmente, y conociendo muy bien el asunto, considero que más bien al contrario. Aún siendo cierta esta afirmación podría ser justo (socialmente) no permitir despedir a empresas con beneficios, almenos, durante épocas en las que sea difícil (ahora mismo) encontrar trabajo. En el estudio sobre Equidad en el sector financiero, elaborado anualmente por CC.OO. vemos casos de «restructuración de plantillas» en empresas con fuertes beneficios y con unos sueldos de sus cúpulas dirigentes «socialmente repugnantes». ¿Sería posible bajarse el sueldo la cúpula un pequeño porcentaje y mantener puestos de trabajo? Según los TINA’s parece ser que no. Menuda religión pues.
- Salarios mínimos elevados. La explicación sería similar al caso de los precios mínimos. La obtención de una renta que permita sobrevivir por parte de un trabajador no puede ser algo tan «destructivo», más bien debería considerarse obligatorio. El razonamiento es el siguiente: si los salarios son elevados los costes aumentan y por tanto, los precios dejan de ser competitivos; las empresas cierran y se despiden a trabajadores. Cierto. Una cuestión que se me plantea: ¿en qué consiste ser un emprendedor-empresario? Sí, además, debería ser un innovador (Schumpeter). En los EE.UU., después de la Gran Depresión, se trabajó en este sentido y, al ser los costes laborales elevados, los empresarios tuvieron que innovar para mantener los márgenes dando paso a la época en la que más inventos se introdujeron al mercado. En definitiva, «destrucción masiva» quizás sea muy exagerado.
Y es que parece que los marketlovers onnubilados por su conocimiento económico «olvidan» que la economía debe servir a la sociedad y no al revés. Que el sistema económico no puede, ni debe, ser excusa para empeorar la vida de las personas. Si ese va a ser el caso, es posible que el sistema que se está defendiendo no sea válido y se tenga que enmendar o cambiar. Porque si las buenas intenciones son las que tenemos que dejar a un lado igual los sádicos son otros.
Por cierto,
sádico, ca.
1. adj. Perteneciente o relativo al sadismo. Apl. a pers., u. t. c. s.
sadismo.
(De D. A. François, marqués de Sade, 1740-1814, escritor francés).
1. m. Perversión sexual de quien provoca su propia excitación cometiendo actos de crueldad en otra persona.
2. m. Crueldad refinada, con placer de quien la ejecuta.
(Real Academia Española)
¿Quiénes son los sádicos? Dependerá de la ideología que guía tu pensamiento.
¹ Me encanta su blog, a pesar de no compartir su enfoque en algunos temas. Y, por tanto, lo recomiendo.
² También publicado en Diario Responsable.
³ Creada por la organización católica Opus Dei.