Este eslogan repetido ad nauseam por muchos partidos políticos e incluso en documentos oficiales de la UE, tiene sentido en la medida en que ante un problema pasamos el filtro y elegimos el camino que prioriza a las personas sobre otros criterios. El problema de la vacunación es que la urgencia de prevenir las muertes no va acompañada de una cantidad suficiente de vacunas.

Dada esta circunstancia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca que, en materia de asignación de recursos escasos en salud, los criterios éticos deben basarse en los criterios de utilidad y equidad. El primer criterio prevé maximizar los beneficios y minimizar las cargas. Mientras, el segundo, urge a una distribución justa entre beneficios y cargas.
Por tanto, el criterio de equidad puede suponer, en ocasiones, dar prioridad a personas que se encuentran en situaciones de mayor vulnerabilidad ante la urgencia, esto es, personas enfermas o en situaciones que el riesgo de contagio sea mayor. Es diferente, cuando justificamos que primero se deben vacunar algunos colectivos porque este hecho facilita al resto su vida.
No voy a entrar en cuál debería ser el orden de vacunación para la COVID-19, para eso ya hay un Comité Técnico en el que se tienen en cuenta estas consideraciones éticas. Pero tampoco voy a entrar por mi obligación de actuar responsablemente como ciudadano para evitar que un debate innecesario provoque más daño del que pudiera solventar. Si bien tenemos derecho a la libertad de expresión y podemos expresarla en cualquier momento y circunstancia, no podemos olvidar que este derecho no está por encima de otros derechos.
Existe un principio bioético que llama a «primere non nocere» (primero no hacer daño) que debería regir todo el debate público sobre temas tan delicados como este. Todos somos prioritarios para alguien y si defendemos que «primero, las personas» deberíamos ser vehementemente defensores de la equidad. No comprendo el repentino interés por declararse grupos prioritarios a algunos colectivos, dejemos que los técnicos decidan cómo hacerlo, para no hacer más daño.