
Llevo unas semanas dándole vueltas a una frase que se comentó en un medio y que no acabé de entender. «Prefiero una persona con actitud que formada».
Supongo que son frases que así, fuera de contexto, suenan mal, pero es que a mi me sonó mal en el contexto. Resumiendo un profesor de economía debe tener actitud, si eso la economía ya vendrá. O un camarero, muy sonriente, que no sabe abrir una botella de vino. Un cocinero que sabe lo que cuesta la fama pero ni idea de hacer una tortilla. Como véis, son las típicas frases del todo o nada, que se sueltan en determinadas situaciones de intercambio de ideas y que son fácilmente llevadas al extremo de la ridiculez.
Lo que quiero plantear es la importancia de la actitud (sí, estoy de acuerdo) pero si no va acompañada de la aptitud, el resultado puede ser catastrófico. Veamos las definiciones que de ambos conceptos nos da la RAE:
actitud
Del lat. *actitūdo.
1. f. Postura del cuerpo, especialmente cuando expresa un estado de ánimo. Lasactitudes de un orador. La actitud agresiva del perro.2. f. Disposición de ánimo manifestada de algún modo. Actitud benévola, pacífica,amenazadora, de una persona, de un partido, de un Gobierno.
aptitud
Del lat. aptitūdo.
1. f. Capacidad para operar competentemente en una determinada actividad.2. f. Cualidad que hace que un objeto sea apto, adecuado o acomodado para cierto fin.
3. f. Capacidad y disposición para el buen desempeño o ejercicio de un negocio, de una industria, de un arte, etc. U. t. en pl. con el mismo significado que en sing.
4. f. Suficiencia o idoneidad para obtener y ejercer un empleo o cargo.
Uno puede disponer de una actitud muy marcada para un oficio, pero su aptitud es manifiestamente nula o ínfima, el resultado va a ser catastrófico, pues no hay nada más peligroso que un tonto hipermotivado, como bien comparó Victor Kuppers en el siguiente vídeo que os invito a disfrutar.
Küppers se apoya en una fórmula para explicar que la actitud es muy importante, pero que debe existir algo detrás. Veamos:
Resultado vital= aptitud*actitud= (conocimientos+experiencia)*actitud
Fijémonos como de importante es la actitud, pero sin nada de aptitud el resultado siempre sería cero. Del mismo modo, con una excelente aptitud, pero sin absoluta actitud el resultado sería nulo.
Como profesor de ciclos formativos en la familia de hostelería, soy ferviente defensor de la adquisición de conocimientos, puesto que la experiencia es un asunto temporal y poco puedo hacer. También trabajamos la actitud, pero no desde el peligroso campo del positivismo, tan de moda hoy en día. Se trabaja desde la profesionalidad, enseñando cuáles son estas. No sólo sonreir y darse prisa, sino la empatía y la asertividad, así como comunicación no verbal y verbal. Porque, y voy a contradecir algunas afirmaciones, la actitud se aprende y se modela a lo largo de una vida.
Es evidente que si alguien dispone de una actitud favorable para aprender algo le va a resultar más fácil, pero el esfuerzo va a tener que aflorar en cualquier momento.
Cuando desde el mundo empresarial se pide «actitud» se hace necesaria una definición concreta de lo que están pidiendo. Dentro de este concepto en no pocas ocasiones se incluyen «hacer horas extras por un tubo», «aceptar el estrés de tu jefe», por supuesto, por el sueldo mínimo fijado por convenio.
Mi opinión personal, y la que trato de transmitir a mis alumnos, es que la actitud se aprende y que en el trabajo (servicios de restauración) somos como actores. Pero estar triste, harto y odiar a tu jefe, entran dentro de lo que es humano y que no deben sentirse culpables de preferir quedarse en casa con su familia a ir a trabajar, o no querer hacer horas extras porque su vida personal es más importante que la laboral. El último punto muy ligado a la cultura calvinista que nos están metiendo con calzador desde el mundo anglosajón.
Pero bien, hay quien prefiere actitud a aptitud. Yo, en cambio, prefiero el equilibrio.
