Ya estamos otra vez. Sí, otro problema económico y ya han aparecido los de la bajada de impuestos. Son puntuales como un reloj suizo, no fallan y da igual el problema económico que sea, aquí están.
Ahora, la escalada de precios del gas, con su traslación al precio de la energía, y el precio de la gasolina y gasoil, por el repunte en el precio del crudo (por encima de los 110€ a 17 de marzo), ha llegado al IPC. Con los datos del pasado febrero, publicados por el INE, la inflación interanual se situaba en un 7,6% con un fuerte incremento anual en los grupos 04 (donde aparecen el gas y la electricidad) y 07 (transportes). Si en términos interanuales (febrero 2022 – febrero 2021) el grupo 04 ha aumentado un 25,4%, el 07 lo hizo en 12,8%, en lo que va de año es este último grupo el que más lo hace con un 4,7%.

Los grupos que están sufriendo esta escalada en sus precios son, además, parte importante en los costes empresariales y, por tanto, elementos clave ante un posible shock de oferta y un periodo (¿probable?) de estanflación.

Los sectores afectados están exigiendo al Gobierno que actúe e intervenga de forma taxativa ante el incremento de estos costes. Algunas fuerzas políticas ya han lanzado su mantra de «la bajada de impuestos».
Toda esta situación requiere de un análisis más detallado que rehúya de estas medidas mágicas que se instalan fácilmente entre parte del electorado pero que se alejan, y no poco, de la realidad.
Las siguientes entradas tratarán este tema, es decir, si una bajada de impuestos va a tener impacto suficiente sobre el IPC y va a repercutir en lo que pagan las familias por estos bienes y servicios. Hay que tener en cuenta que, en Economía, para alcanzar un objetivo no siempre se pueden utilizar las mismas medidas ya que van a estar condicionadas por el entorno.